Por Bibiana Vilas
¿Cuánto vale el
bienestar? En lugar de dar la bienvenida al crecimiento
por el crecimiento, debemos calcular su coste total, incluidos los costes
ecológicos y sociales. (SUSAN GEORGE)
Empiezo
así mi exposición sobre el tema que propongo porque creo que es una frase que incita
al análisis del precio que tienen que pagar las mujeres por la lucha de la
ansiada e incuestionable igualdad.
Revisando
los datos que recoge el departamento de estadísticas del Instituto de la Mujer
años, en cuanto a los contratos según duración y tipo de jornada en los últimos
quince años, se evidencia las diferencias entre mujeres y hombres
Si
reflexionamos sobre la desigual situación entre hombres y mujeres en el marco
laboral podríamos encontrar las causas en la conciliación de la vida laboral y
familiar, el hecho de que las labores domésticas constituyan la mayor parte
del trabajo invisible desarrollado por las mujeres. Y así lo constatan los
estudios y encuestas sobre los usos del tiempo que desde el año 1993 realiza El
Instituto de la Mujer . En los últimos años esta brecha va disminuyendo aunque la
diferencia aún es de 2 horas y 15 minutos diarias más para las mujeres.
El feminismo comenzó a debatir sobre el trabajo
doméstico en los años setenta. En aquel momento, se analizaba en relación al
trabajo remunerado. Este último era la actividad que
tenía valor y reconocimiento social, tanto,
que se identificaba trabajo con empleo.
Siguiendo el camino hacia la igualdad, uno de los
puntos clave era conseguir la independencia económica, algo que el trabajo
doméstico que realizaban diariamente no les proporcionaban, de ahí que hacia
los años 1975-1980 las mujeres empezaran a ser cada vez más visibles en
empresas, estaban accediendo al mercado laboral pero los varones no compartían
las tareas domésticas. Las mujeres vivían con tensión la doble jornada —trabajar en la casa
y fuera de ella—, y
también la doble presencia —estar y no estar simultáneamente en ambos espacios—.
Así se confirmaba la idea que denunciaban las feministas años atrás, <<las
actividades realizadas en el hogar tienen un valor que la sociedad capitalista
patriarcal desde siempre había ignorado.>>
Buscando una utópica y falsa solución el
patriarcado lanza otra de las máximas económicas «Hay que superar el reino
de la necesidad para conquistar el reino de la libertad.» Idea falsa e irreal
donde las haya ya que las diferentes necesidades son parte de
la naturaleza humana y hay que satisfacerlas continuamente. Por tanto,
sólo es posible delegarlas, no eliminarlas.
La libertad que conquistan los varones es a cuenta de que las mujeres se
responsabilicen de atender esas necesidades.
Un aspecto esencial en todo esto : los cuidados, el bienestar humano, no son un
problema ni una obligación de las mujeres sino un problema y
una cuestión social. El aspecto esencial es la corresponsabilidad entre
hombres y mujeres.
Pero esto que parece tan lógico, natural y de fácil
comprensión no se cumple, porque en un porcentaje muy elevado son las mujeres
las que tienen que buscar la solución a su falta de presencia en el hogar,
organizándose para delegar en alguien (por general una mujer) que realice las
tareas del hogar, u pedir a las abuelas que cuiden a sus niet@s, asumiendo una
carga de trabajo que en muchas ocasiones son una continuidad del trabajo
doméstico que han estado haciendo desde niñas.
Actualmente las políticas públicas inciden en la conciliación familiar y laboral y también
proponen reinvindicar el valor del trabajo doméstico y el cuidado de la
familia, ya que nadie debería dudar que es una actividad social, proveedora de
bienestar y que no puede ser eliminada. No obstante, ante la falta de
compromiso por el cumplimiento de estas políticas, la solución sería hacer la
vida más humana y que la conciliación sea real para todas y para todos.
Este
ejercicio de análisis solo se entienden adoptando una perspectiva de género en
el análisis de las cifras sobre el uso de los tiempos en mujeres y hombres (doble
y triple jornada de las mujeres resultante de las dos jornadas que tiene que
asumir (de trabajo remunerado y no remunerado) Es la combinación del
trabajo productivo, doméstico y familiar de forma cotidiana. Este sobre esfuerzo
que tienen que padecer las mujeres, no solo afecta a las condiciones laborales
y situación de desigualdad en el marco laboral, con respecto a los hombres,
sino que también tiene consecuencias para su salud y el bienestar y equilibrio
familiar.
Es
de vital importancia que l@s niñ@s, futur@s hombres y mujeres, se sensibilicen
y puedan ser educados y vivir en una sociedad de igualdad entre mujeres y hombres
para que esta situación no se siga perpetuando en el tiempo en nuestras
sociedades.
Para
más información:
INSTITUTO DE LA MUJER. (2001). Guía de buenas prácticaspara conciliar la vida familiar y profesional. Madrid: Ministerio de
Trabajo y Asuntos Sociales.
PÉREZ DEL RÍO, Teresa. (1984). El principio de igualdad:no discriminación por razón de sexo en el Derecho del Trabajo. Madrid:
IELSS.
VARELA, N. (2008). Feminismo para principiantes.
Barcelona: Ediciones B.
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